Arte abstracto:
Este movimiento surge
alrededor de 1910 en Alemania, Holanda y Rusia, como reacción al realismo, e
influido por la aparición de la fotografía que provocó la crisis del arte
figurativo, siendo una de las manifestaciones más significativas del arte del
siglo XX.
En cuanto a la temática, la
obra de arte se convierte en una realidad autónoma, sin conexión con la
naturaleza y, como consecuencia, ya no representa hombres, paisajes, flores,
sino simplemente combinaciones de colores que intentan expresar la necesidad
interior.
Con respecto a la técnica
utilizada, se trabaja con formas irregulares y con una gran gama cromática; a
los artistas les importa la mancha de color y la expresión.
El arte abstracto usa un
lenguaje visual de forma, color, línea para crear una composición que puede
existir con independencia de referencias visuales del mundo real.
Sus más
memorables representantes fueron Wassily Kandinsky, Piet Mondrian, Kazimir
Severínovich Malévich, Paul Klee y Jackson Pollock.
Breve reseña de Wassily Kandinsky:
Nació el 4 de diciembre de
1866 en Moscú, Rusia. Kandinsky compaginó sus estudios de derecho y economía
con clases de dibujo y pintura. Al tiempo que se interesaba por la cultura
primitiva y las manifestaciones artísticas populares rusas, muy especialmente
por el arte propio de la región de Volodga, rico en ornamentos, también
descubrió la obra de Rembrandt y Monet.
Cuando cumplió los treinta
años, Kandinsky abandonó la docencia y fue a estudiar pintura a Munich,
renunciando a un porvenir académico ya consolidado. En esta ciudad asistió a
las clases de F. Stuck y en ellas conoció a Paul Klee, con el que mantendría
una sincera y prolongada amistad. Su interés por el color está presente desde
el comienzo de su carrera, y se puede apreciar en sus primeras pinturas la
influencia del postimpresionismo, el fauvismo y el Jugendstil alemán.
Entre 1910 y 1914 Kandinsky
pintó numerosas obras que agrupó en tres categorías: las impresiones,
inspiradas en la naturaleza; las improvisaciones, expresión de emociones
interiores; y las composiciones, que aunaban lo intuitivo con el más exigente
rigor compositivo. Estos cuadros se caracterizan por la articulación de gruesas
líneas negras con vivos colores y en ellos se percibe todavía un poco la
presencia de la realidad.
En 1911 fundó junto a Franz
Marc y August Macke el grupo Der Blaue Reiter, organizando diversas
exposiciones en Berlín y Munich.
Al estallar la Primera
Guerra Mundial, Kandinsky volvió a Moscú y allí emprendió varias
actividades organizativas en el marco del Departamento de Bellas Artes del
Comisariado Popular de la Educación. En 1917 se casó con Nina
Andreievsky y cuatro años más tarde se trasladó con ella a Alemania para
incorporarse a la Bauhaus en la primera etapa de Weimar, donde
continuaría como profesor hasta poco antes de su disolución.
La influencia del entorno de la
Bauhaus se dejó sentir, y su obra experimentó una transición hacia una
mayor estructuración, tanto compositiva como formal, que se ha dado en llamar
el período arquitectural de su pintura, al cual siguió otro de transición en
que experimentó con los trazos circulares y concéntricos (Círculos,
1926). También escribió manifiestos para la Bauhaus y publicó el
libro Punto y línea sobre el plano. En 1933, clausurada la
Bauhaus por los nazis, el pintor se instaló en Francia. En esta última
etapa de su vida continuó en su particular búsqueda de formas inventadas, que
plasmó por medio de colores combinados de manera compleja e inspirándose en
signos geométricos y en motivos decorativos eslavos, como hiciera ya al
comienzo de su trayectoria pictórica.
Kandinsky fallece el 13 de
diciembre de 1944 en Neuilly-sur-Seine.
Descripción de la obra
“Composición VII”:
Wassily Kandinsky se preparó
durante meses desarrollando diversas ideas pictóricas en dibujos, grabados, acuarelas y
óleos. Con las ideas más o menos claras, encargó un bastidor de 2 x 3
metros y entre el 26 y el 29 de noviembre de 1913, en poco menos de cuatro
días obró el milagro. Realizó una pintura a la que tituló “Composición VII”, la
séptima de sus únicas diez composiciones. Las partes del cuadro están
dispuestas con trazos oscuros o bases planas de color blanco. Parece ser que el
punto de partida del pintor fue la estructura gráfica de fondo.
En el margen inferior izquierdo vemos aún el único signo claramente legible en
el contexto kandiskiano que remite a una barca de remos, muy usado por él.
Además también hallamos restos de objetos ocultos pertenecientes a los ciclos
temáticos del diluvio, el juicio final y la resurrección. Kandinsky definió a
esta pintura como no figurativa, sin partir de ningún tema ni de formas de
origen corporal.
En la versión definitiva llaman la atención las superficies legibles de los
elementos pictóricos y gráficos que son individuales; separación consecuente
que Kandinsky venía practicando desde 1911 como una característica
incontestable en el camino de la abstracción.
Los contornos que rodean los objetos se independizan en la pintura en forma de
elementos gráficos propios. Asimismo, la superficie cromática liberada de tal
modo se convierte en una mancha de color, pues el color se distribuye dinámicamente
hacia todos lados, en vez de ser retenido por la línea rígida y permanecer
atado al objeto.
Fuentes: