Creé este blog personal como parte de un proyecto que la profesora nos propuso a las alumnas de 4to año “Humanidades y Ciencias Sociales” del Colegio San José Adoratrices de Santa Fe, Argentina. Una de las asignaturas con que cuenta nuestro colegio es Morfología Visual, en la cual no solo nos centramos en el arte en su concepto tradicional, sino que intentamos llevarlo más allá de eso a través de la tecnología y la comunicación. Por ende, el eje central de este blog serán los movimientos artísticos de fines del siglo XIX y XX, especialmente lo pictórico.

lunes, 15 de abril de 2013

Impresionismo


Impresionismo:
El impresionismo supone un nuevo Renacimiento, un momento de esplendor creativo, que cambiará todo el devenir pictórico al instaurar nuevos valores y maneras de hacer y entender el arte. El movimiento impresionista eclosiona en un contexto histórico muy complicado, justo después de la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871) y los sucesos de la Comuna de París (1871), acontecimientos que trasformaron la realidad geopolítica de Europa.
Para que quede más en claro, esta vanguardia se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo XIX en Europa-principalmente en Francia-.
Supuso una ruptura radical con el arte más establecido y académico. Sin embargo, realistas, simbolistas y aquellos que estaban más próximos a la academia intentaron asumir, al igual que los impresionistas, el reto que suponía plasmar en sus lienzos la modernidad. Momentáneamente al impresionismo convivieron otros lenguajes que también intentaron una renovación de la pintura.
Partió del desacuerdo con los temas clásicos y con las fórmulas artísticas preconizadas por la Academia Francesa de Bellas Artes. Los impresionistas escogieron la pintura al aire libre y los temas de la vida cotidiana. Su primer objetivo fue conseguir una representación del mundo espontánea y directa, y para ello se centraron en los efectos que produce la luz natural sobre los objetos. Las figuras principales del movimiento fueron: Edgar Degas, Claude Monet, Berthe Morisot, Camille Pissarro, y Auguste Renoir.
Los impresionistas se preocuparon más por captar la incidencia de la luz sobre el objeto que por la exacta representación de sus formas, debido a que la luz tiende a difuminar los contornos y refleja los colores de los objetos circundantes en las zonas de penumbra. Los pintores académicos definían las formas mediante una gradación tonal, utilizando el negro y el marrón para las sombras. Los impresionistas eliminaron los detalles minuciosos y tan sólo sugirieron las formas, empleando para ello los colores primarios (cyan, magenta y amarillo) y los complementarios (naranja, verde y violeta). Consiguieron ofrecer una ilusión de realidad aplicando directamente sobre el lienzo pinceladas de color cortas y yuxtapuestas, que mezcladas por la retina del observador desde una distancia óptima aumentaban la luminosidad mediante el contraste de un color primario (como el magenta) con su complementario (verde). De este modo, los impresionistas lograron una mayor brillantez en sus pinturas que la que se produce normalmente al mezclar los pigmentos antes de aplicarlos.
Los impresionistas evolucionaron hacia distintos estilos individuales y compartieron como grupo sus experimentos sobre el color.
Breve reseña de Claude Monet:
Pintor impresionista francés que llevó a su máxima expresión el estudio de los estados transitorios de la luz natural. Monet nació en París el 14 de noviembre de 1840, aunque pasó la mayor parte de su niñez en Le Havre, donde estudió dibujo en su adolescencia y pintó marinas al aire libre con Eugène Louis Boudin. Hacia 1859 Monet había decidido firmemente comenzar su carrera de artista para lo que pasaba largas temporadas en París. En la década de 1860 se le asoció con el pintor pre-impresionista Édouard Manet y con otros pintores franceses que más tarde formarían la escuela impresionista—Camille Pissarro, Pierre Auguste Renoir y Alfred Sisley. Monet pintaba, trabajando al aire libre, paisajes y escenas de la sociedad burguesa contemporánea, y así comenzó a tener cierto éxito en las exposiciones oficiales. Sin embargo, a medida que su estilo evolucionaba, Monet transgredía con frecuencia los convencionalismos artísticos tradicionales en beneficio de una expresión artística más directa. Sus experimentos al aire libre se hacían cada vez más audaces, buscando la reproducción de la luz del día por medio de una aplicación libre de colores brillantes. De este modo, deliberadamente le dio la espalda a la posibilidad de una carrera exitosa como pintor convencional en la línea del arte oficial. En 1874 Monet y sus colegas decidieron apelar directamente al público mediante la organización de sus propias exposiciones. Se denominaron a sí mismos independientes, aunque la prensa pronto les aplicó burlonamente la etiqueta de impresionistas a causa del aspecto inacabado de sus obras (como una primera impresión) y porque una de las pinturas de Monet llevaba el título Impresión, sol naciente (1872, Museo Marmottan, París). Las composiciones de Monet de este periodo poseen una estructura bastante libre, aplicando el color con cortas y vigorosas pinceladas. Esta técnica viene determinada por la espontaneidad e inmediatez que exige la pintura al aire libre a la hora de captar una impresión de la naturaleza.
Durante las décadas de 1870 y 1880 Monet refinó su técnica poco a poco, realizando viajes a otros escenarios franceses, especialmente a las costas mediterráneas y atlánticas, con el fin de estudiar los efectos de la luz sobre formas y colores. El deshielo de Vétheuil de 1881 (Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid) es un buen ejemplo de la obra de Monet de esta época. A mediados de la década de 1880 Monet, considerado el dirigente de la escuela impresionista, había alcanzado un reconocimiento importante y una buena posición económica. A pesar de la audacia de su colorido y de la extrema simplicidad de sus composiciones, se le valoró como un maestro de la observación meticulosa, un artista que no sacrificó ni las complejidades reales de la naturaleza ni la intensidad de sus propios sentimientos. En 1890 tuvo la posibilidad de adquirir una propiedad en el pueblo de Giverny, cerca de París, y allí comenzó a construir un nuevo jardín (hoy abierto al público) —un estanque con nenúfares atravesado por un puente japonés colgante con sauces y matas de bambú—. En 1906 comienza a pintar las series del estanque con nenúfares que están expuestas en la Orangerie de París, en el Instituto de Arte de Chicago y en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Durante estos años también trabajó en otras series de pinturas, grupos de obras que representan el mismo tema —álamos, la catedral de Ruán, la estación de Saint-Lazare, el Sena— representando las diferentes luces de las horas del día o en las distintas estaciones del año. Monet continuó pintando, a pesar de que la vista le fallaba, casi hasta el momento de su muerte, ocurrida el 5 de diciembre de 1926 en Giverny.
Descripción de la obra “Impresión, Sol Naciente”:
Impresión, sol naciente fue pintado por Monet durante una breve estancia en El Havre en 1873. El cuadro se presentó al año siguiente en la primera exposición de la Sociedad Anónimade Pintores — muestra alternativa al tradicional Salón que dependía del estado — y que acogía a todos aquellos artistas deseosos de una renovación profunda de las artes. El lienzo motivó que el periodista Louis Leroy escribiera poco después un artículo burlón en el que definía a aquellos pintores como “impresionistas”, término que caracterizó definitivamente al nuevo grupo. La reacción de Leroy fue comprensible porque la pintura de Monet violaba numerosas convenciones artísticas. Ciertamente, la obra parece un esbozo debido a que su pincelada suelta no define lo que representa. La técnica es, en gran medida, el resultado del propósito impresionista de captar un momento fugaz al aire libre. Como ya señalamos, la obra se realizó desde una ventana frente al muelle de El Havre, a través de la cual Monet pintó con brío la ciudad moderna al amanecer para plasmar el panorama antes de que cambiara. El cuadro es una cascada de pinceladas sueltas que dan cierta sensación de instantánea improvisación. Al artista no le interesa el detalle, como así se aprecia en las barcas negras o en los fondos resueltos con nerviosos trazos grises, sino el instante de una escena en concreto. La sensación de movimiento acuoso se consigue de forma magistral mediante la discontinua plasmación de las pinceladas en la superficie y el reflejo anaranjado solar que evita en todo momento una proyección estrictamente lineal. Impresión, sol naciente es una obra calculada que muestra un enorme interés por la llamada teoría del color. Si bien parece que el sol horada la neblina matutina a causa de su intenso color naranja, en realidad posee la misma luminosidad de su entorno. No en vano, en una fotografía en blanco y negro, el sol casi no se distingue y ese mismo efecto fue aprovechado de forma portentosa por Monet. Dadas las implicaciones y posteriores repercusiones que tuvo este cuadro para el desarrollo del impresionismo y sus movimientos derivados, podemos afirmar sin temor a equivocarnos queImpresión, sol naciente, pese a sus reducidas dimensiones y a la aparente sencillez compositiva, es una de las pinturas más importantes de toda la historia del arte occidental.
Para agregar, Monet pintó el sol casi con la misma luminancia del cielo, una condición que sugiere humedad alta y atenuación atmosférica de la luz. Este detalle descansa sobre el uso de colores complementarios y variedad de temperaturas de color, en lugar de cambios de intensidad o valores contrastantes, para diferenciar el sol del cielo circundante. La pintura trata el valor de contraste simultáneo de los colores, situando tonos cálidos sobre otros opuestos que permiten resaltar, en la retina del espectador, unos tonos sobre otros. La vaporización será el elemento fundamental que invade la superficie, destacando esa humedad que invade la obra y que atenúa las tonalidades, es decir, el color se condiciona a esta atmósfera húmeda. El principal objetivo al que intentaba llegar Monet con esta obra es provocar una impresión en el espectador, por lo que nos encontramos con la importancia que se atribuye al espectador en el impresionismo. Las pinceladas son un tanto libres, rápidas y directas, reduciendo los elementos del cuadro a una simplificación aparente, tal y como se contempla en los reflejos del agua.
Fuentes:


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