Realismo:
El realismo surge después de la revolución francesa de 1848. Manifiesta una
reacción contra el idealismo romántico y expresa el gusto por la democracia,
mas no produce un estilo arquitectónico propio y se
expresa escasamente en una escultura crítica y social. Su lengua es
fundamentalmente la pintura, con temas de la vida cotidiana.
Cronológicamente este
movimiento sigue al Romanticismo. Aparece en Francia hacia 1948 y se extiende
aproximadamente hasta 1870. Se opone a todo lo artificioso e indeterminado y
traduce la realidad como única verdad del hombre y del mundo, sin falsas
representaciones. Por eso, sus temas preferidos son los retratos, en su actitud
natural, sin poses estudiadas, la gente en su trabajo, al aire libre. Los
artistas se basan fundamentalmente en la observación, y plasman no sólo lo
bello, sino también lo feo y revulsivo. De la observación minuciosa surgió la
caricatura que experimentó un gran apogeo y esplendor, en la que aparece, como
componente la ironía.
El vocablo realismo,
muy impreciso en su significado y utilización a través de los siglos presenta
contenidos contradictorios. Se le atribuye casi con exclusividad el objetivo de
indicar un período en el cual el arte tiende a ser objetivo en sus representaciones
y referencias. Es decir, marca la diferencia entre realidad e ilusión, entre
realidad y ficción, sin olvidar la fuerza que tiene esta última en nuestras
realizaciones.
Ciertamente, el Realismo
encierra, en su propia definición, una variedad de formas. En su acepción más
amplía, el término se utiliza como naturalismo, que implica describir las cosas
con precisión y objetividad. Es decir, los artistas representan las cosas tal
como son, tal como se ven y tal como se conocen. En sentido más restringido, el
término designa el movimiento artístico del siglo XIX que se caracteriza por la
rebelión contra los temas históricos, mitológicos y religiosos y la tendencia
hacia las escenas desmitificadores de la vida moderna.
Entre
los artistas mas destacados podemos encontrar a Camille Corot, Gustave Courbet,
Jean-François Millet, Jean-Jacques Rousseau.
Breve
reseña de Jean-François Millet:
Jean-François Millet (4 de octubre de 1814 - 20 de enero de 1875) fue un pintor realista y
uno de los fundadores de la Escuela de Barbizon en la Francia rural. Se
destaca por sus escenas de campesinos y granjeros, donde quiere expresar la
inocencia del hombre campesino en contraposición a la degradación que acompaña
al ciudadano inmerso en la sociedad industrial.
Nació en la aldea de Gruchy, municipio de Gréville-Hague, Normandía, pero se mudó a París en 1839. Recibió su enseñanza
académica con Paul Dumouchel, y con Jérome Langlois en Cherbourg.
Después de 1840 se
alejó del estilo de pintura oficial y cayó bajo la infuencia de Honoré Daumier,
de quien aprendió el sentido del contraste de luces y sombras, así como la
construcción del cuerpo humano, con simplicidad de volúmenes. En 1849 llegó a
Barbizon, entrando en el círculo de la escuela que toma el nombre de esta
localidad.
Millet, poseía un profundo sentido de la naturaleza, al
igual que Théodore
Rousseau: la interpretaba (más que reflejarla sin más) comprendiendo
las voces de la tierra, los árboles o los senderos. Millet afirmaba sentir en
la naturaleza más de lo que los sentidos le daban. El tono a ratos sentimental
de sus obras (El Ángelus)
le aleja un tanto del otro gran realista,Courbet,
más áspero y rebelde.
El autor buscará retratar a la gente humilde y campesina en
un gesto de admiración por la gente pobre del mundo rural, seduciendo a los
republicanos y exasperando a la burguesía por tratar esto como tema central en
su obra.
Millet y Rousseau pronto intimaron y Rousseau, con más recursos
económicos ayudaba al pobre Millet. Ambos murieron en Barbizon con pocos años
de diferencia y se encuentran enterrados a muy poca distancia uno de otro.
Descripción de la obra “Las espigadoras”:
Las
Espigadoras, de Jean-Frangois Millet, constituye una de las obras
fundamentales del realismo. Fechada en 1857, el artista desarrolla en ella un
tema constante de su creación pictórica: los campesinos. El cuadro descubre el
aspecto menos bucólico del trabajo rural haciendo hincapié en el social, un
motivo que prevalecerá siempre como verdadero interés del pintor. Tres
campesinas trabajan el campo iluminadas por una tarde crepuscular que infiere
dramatismo a la escena -la aplicación de la luz, a su vez, es una de las características
que permite la relación de Millet con el movimiento impresionista. Las mujeres,
ataviadas con la vestimenta típica normanda, recogen inclinadas los restos de
la cosecha, el trabajo más duro y menos reconocido entre las tareas rurales. La
posición de las campesinas -una de ellas, la que se encuentra a la izquierda
del cuadro, apoya su mano en la espalda dolorida- y la hora en que se
manifiesta la escena, dan cuenta de la fatiga que representa su labor. Sin
embargo, Millet sitúa los personajes en primer plano, en una actitud de
estoicidad introspectiva y silenciosa, otorgándoles de esta forma un carácter
heroico. Al fondo de la tela podemos observar los almiares y una carreta
cargada; más lejos, las casas. Los colores, de gran vivacidad, en el conjunto
compacto que forman las figuras de las campesinas, se encuentran acentuados por
la leve tonalidad del resto de elementos que completan la composición. En la
actualidad la obra se encuentra en el Musée d'Orsay, en París.
Fuentes: